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Un puente entre Cuba y Silicon Valley

Un puente entre Cuba y Silicon Valley

No saben exactamente cuántos usuarios tienen, ni los modelos de móvil que utilizan. Tampoco tienen claro el modelo de negocio que van a explorar, pero son cuestiones menores en la misión de Sergio León (La Habana, 1990), Juan Alejandro Pérez (La Habana, 1990) y Juan Luis Santana Barrios (Mayabeque, 1992). Son la primera generación de emprendedores cubanos. Ya no son cuentapropistas, sino creadores de aplicaciones que siguen las dinámicas y técnicas de los grandes de Internet. También es la primera vez que salen de la isla. Tras un breve paso por Washington tuvieron una inmersión en Silicon Valley que terminó por confirmar algunas de sus sospechas, el futuro de Cuba pasa por la Red.

Hace 18 meses se unieron para solucionar un problema: saber qué actividades lúdicas y culturales se pueden hacer en su país cada día. La misma motivación que cualquier otro emprendedor del mundo, pero con limitaciones en cuanto a acceso a Internet, tecnología última generación y medios de difusión. Tampoco tienen publicidad. Así nació Ke Hay Pa’ Hoy?, una aplicación cuyo lema es “la tecnología al servicio de la cultura”.

Poco después de llegar a Estados Unidos se les dejó caer la opción de pedir asilo. Muchos de sus amigos viven ya fuera de de la isla. “Sabemos el momento histórico que estamos viviendo. Nos mueve el amor a Cuba. Queremos hacer un intercambio de dos vías”, explica León.

Durante su estancia visitaron Google, Facebook, Yelp, Stripe, Netflix, la universidad de Stanford y Airbnb, que además les ofrecieron hospedaje en un apartamento en Pacific Heights, uno de los barrios más selectos de San Francisco. “Estamos agradecidos, pero quizá la próxima vez busquemos algo más normal”, dicen con humildad. A su vuelta, han comenzado a convencer a amigos y parientes para que ofrezcan habitaciones en la plataforma.

Santana combina su papel de desarrollador de iOS, el sistema operativo de Apple, con la dirección ejecutiva de Ke Hay Pá Hoy?, a la vez que cursa el último año de Ingeniería de Telecomunicaciones. Hernández y León se conocieron en secundaria, hace ocho años, y desde entonces han mantenido una férrea amistad. Se reparten el papel de director de operaciones y desarrollo en Android, y el de director de tecnología y desarrollo web respectivamente. León, además, es profesor universitario. Mientras que Hernández es ingeniero automático, un campo con cada vez más interés en Silicon Valley, a medida que el Internet de las Cosas y la inteligencia artificial se dan la mano.

Su periplo por la cuna de la tecnología ha sido lo más parecido a un sueño, con trato propio de estrellas del rock. En Netflix, reconocen, les dedicaron una jornada completa. Hablaron, sobre todo, de infraestructura y temas técnicos. “Hemos quedado en vernos de nuevo. El nivel de especialización que tienen deslumbra”, remarca Santana. En Google, además de compartir almuerzo con un grupo de ingenieros cubanos que trabajan la sede de Mountain View, recibieron documentación sobre Android, el sistema operativo de mayor crecimiento en móviles y el más popular en la isla. Reconocen que también hay algunos iPhones, pero son los menos. En general, explican, que los móviles suelen venir de fuera. O bien de manos de turistas, o bien de parientes, casi siempre de Estados Unidos. El hecho de no contar con tiendas de aplicaciones oficiales hace que no puedan medir bien cuántos usuarios tienen. Según sus cálculos, son más de 8.000. “Pero es solo una estimación oficial. Sabemos que son más”, se disculpan.

Actualizar los planes de cada día fue un reto técnico que solventaron con ingenio. A través de un archivo adjunto se envía el contenido que una vez abierto en la aplicación muestra los nuevas propuestas culturales. Los usuarios se lo van pasando unos a otros, en una cadena de distribución de la que difícilmente tienen control.

Facebook ha sido otra de las empresas que se ha volcado con estos visitantes especiales. “Nos vieron ya en Cuba”, confiesan, “y nos comprometimos a conectar a compañías con desarrolladores”. SAP, Apple y Ericsson son algunas de las empresas que citan como interesadas en profundizar en la relación. “En Cuba tenemos capacidad para hacer aplicaciones y servicios online”, insisten.

El tema de la emigración, dadas sus capacidad, es recurrente. “Respetamos a los que emigran, por supuesto, pero pensamos que podemos hacer mucho por Cuba. En redes sociales sentimos mucho apoyo”, defiende León, que habla un inglés perfecto. Su madre, profesora, le habló el idioma desde pequeño. De la visita a la empresa de Mark Zuckerberg destacan los perfiles con los que hablando, desde responsables de WhatsApp a los que lideran FB Start, una aceleradora e incubadora pensaba para ayudar a pequeñas empresas tecnológicas, como es su caso.

De Airbnb se quedan con la cultura corporativa. “En Cuba se han hecho famosos en muy poco. Fueron de los primeros en llegar y ya tienen más de 5.000 habitaciones disponibles. Una vez dentro llama la atención su diseño, el hacerte sentir como en casa, su capacidad de crecimiento”, añade León.

Por ahora carecen de modelo de negocio, pero han aprendido bien uno de los mantras de Silicon Valley. La misma fórmula que ha llevado al triunfo a casi todas las aplicaciones rompedoras. “Queremos escalar. Crecer, seguir sumando”, subrayan con convicción. En Stripe, una pasarela de pago que en solo tres años ya cuenta con 450 empleados, les mostró Atlas, un producto pensado para empresas que desde el extranjero quieren operar legalmente en Estados Unidos.

Michael Laverty y su hermano Collin han sido los artífices de este encuentro. El segundo está a punto de casarse con una cubana. El primero vivió un tiempo en Zaragoza. Ambos han creado Havana Strategies, una consultora que ayuda a las empresas de Estados Unidos a hacer negocios en la isla. En 2010 comenzaron a hacer viajes educativos, ahora afrontan la apertura de un nuevo mercado lleno de retos culturales y burocráticos. “Los conocimos hace un año y hemos creado una relación sólida con ellos. Han dado asesoramiento a nuestros clientes sobre el ecosistema emprendedor en Cuba y han explicado cómo adaptar aplicaciones para su contexto. Lo que más nos impresiona es su compromiso para hacer que haya más gente como ellos en Cuba”. Según el trío fundador, hay alrededor de una decena de startups en gestación. Laverty insiste en la finalidad de intercambio del viaje: “Se trata de hacer un puente entre Silicon Valley y la isla, pero sin olvidar el papel de Washington, queremos que vean las oportunidad que brinda la Administración Obama”.

Cada uno se queda con un detalle, desde los primeros pasos, cuando solo eran un boletín que se enviaba por correo, al hito de conseguir 2.000 seguidores en Facebook. “Queremos que nuestros compatriotas sientan que cualquiera con una idea genial la pueda hacer realidad. A cualquiera se le alumbra el bombillo, pero hay que ponerse a ello”, alienta León.

Santana, Hernández y León ya piensan en volver pronto a Silicon Valley, pero no ocultan su curiosidad por España. Conocen la parrilla de televisión a la perfección. Sienten debilidad por Masterchef y no dejan de preguntar cómo nos explicaban Cuba en la escuela. El vínculo afectivo y cultura es, todavía, evidente.

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